Wednesday, February 01, 2006

Conversación en el Consulado Argentino

Funcionario (F): - Y la chiquitita, dónde está?
Madre (M): - Cómo está?
F: - No, no, dónde está
M: En la guarde, por?
F: - Por la huella, digo. Tendría que haber venido con ustedes.
M: - Interesante … pero recuerdo que te pregunté qué era necesario traer para cerrar el trámite que tenemos abierto desde marzo del año pasado. Dijiste 70 euros, y 4 fotos color sobre fondo blanco.

(Perdona … hay que aclarar que a la nena la traemos y la llevamos, porque todavía no sabe dónde queda el Consulado vio … )

Bastante es que a los 2 años de edad, sabe volver a casa cuando nos alejamos más de 300 metros a desayunar fuera cada finde.
Y sí, somos de tradiciones. Desayunar fuera los findes sabe a gloria. Y a tostadas con aceite de oliva, y a fafé también.

Ay ay ay. La nacionalidad yastá pero tenemos que volver con la nena para que ponga la huella en el pasaporte.
Conociéndola también dejará alguna que otra anécdota como huella de su presencia, en el Consulado.

La cita es este próximo viernes, 5 pm.

Continuará …

Palabras sueltas, detrás un hilo conductor

Ring ring al teléfono
No, no es la llamada que espero.

Apatía por un lado.
Sensación de estancamiento, de no al progreso.
Porque lo deciden otros. En vez de uno mismo.
Impotencia también.


Incertidumbre.
Temor.
Resistencia al cambio.

Necesidad de darle forma al cambio.
Necesidad de obtener inputs para preparar el cambio, si es que se avecina.
O de decirle definitivamente adiós si es que no es el momento de tener que vivirlo.
O acaso revivirlo?

Alguna vez dije en mi vida: -Yo no, nunca me he mudado.
Bastó eso para que a partir de entonces no estuvieran ausentes valijas que van y vienen, mudanzas que empiezan, acaban, vuelven a empezar.

Dije que quería mudarme a una ciudad que tuviera mar.
Los primeros días de este año, o los últimos del que ya es historia en el calendario de mi vida. Y que está castigado porque el balance no dio saldo a favor.

¿Quién sabe? A lo mejor se da.
Lo saben algunos, que son curiosamente los que no llaman para dar feedback del proceso de selección.

Tiene su encanto. La no respuesta, digo.

Cada vez que suena el móvil, me asusto un poco.
Un poco la verdad es porque está en modo vibrador, y lo suelo llevar en el bolsillo de mi pantalón – Sí, yo soy de las que no usan mucha falda, la verdad -.

Sólo que como todos somos muy modernos, la incertidumbre se acaba al mirar el cristal donde aparece el identificador. Y entonces el otro 50% de la duda se disipa.

En cualquier caso este silencio telefónico no puede durar mucho más de 1 semana más.
Es mi plazo para levantar el teléfono yo misma. ¿Proactividad? ¡Qué va!, impaciencia diría yo que con un poco de arte el destinatario de la llamada podría decodificar como interés.

Veremos veremos …