Tuesday, May 23, 2006

Existencias vitales

Si alguna vez pensaste que tu vida sería mágicamente diferente si tenías en tus manos un trébol de 4 hojas y sino nada, es hora de que cambies de perspectiva. Y de que vivas, merced a ellos o a pesar de ellos.

Como consuelo te puedo anticipar que más de una vez escuché que una cantante de mi tierra decía que "aprendió a vivir sin tréboles de 4 hojas". Y de paso, mencionar que conozco a más de un aficionado a sus canciones... ; -)

Puede parecer una verdad grande como un pino. O chorradas, como pueden pensar otros.
Pero si sos de los que esperan amuletos para no echarle la culpa a la mala suerte, más te vale que cambies el chip porque han pasado a ser especie protegida por riesgo de extinción. Y como te agarren cortando uno de algún bosque ... no creo que alcance solamente con que te resten puntos del carnet de turista.

Yo tengo uno bien guardadito que me mandaron desde Argentina hace algunos añitos.
La verdad es que está tan bien guardadito, o estaba, que no recuerdo ahora mismo dónde está.

La ilusión permanece: he tenido un trébol de 4 hojas en mis manos.
Y lo más bonito y perenne, aunque tal vez nunca aparezca, es que alguien pensó en mí al encontrarlo, y me lo regaló.
(Dicho sea de paso, muchas gracias por tamaño detalle. Ese especial regalo.)

Prometo buscarlo en esos mágicos rincones de las casas, como los cajones. Esos sitios reservados para conservar tesoros... aunque su existencia vital sea la de aparecer en el momento menos pensado. O antagónicamente, en el más necesitado.
Aunque también existe otra posibilidad: la de no aparecer nunca.

Preguntas sin respuesta

A veces me pregunto si la educación te condiciona.
Pero no la del colegio, sino la de tus padres.

Y en qué medida. O por qué todo está relacionado con los primeros contactos con la vida, los primeros años y los que tuvieron la suerte, el azar, la pre-destinación o el destino de verte nacer, crecer y desarrollarte a su lado.

A veces me pregunto si la decisión, o indecisión, de mis acciones en la vida se deben a los primeros años, al cole, a tus compañeros de vida, de rutas diversas.

A veces. Y otras tantas veces.

Hay días que vengo más animada. O menos.
Hay otros que las noticias me afectan menos. O más.

Hay otros que veo el cartel restrictor de velocidad de la carretera de 120. Días en que la excedo, días que la respeto. Días incluso en que no la alcanzo.

A veces, como todos, tengo días más y días menos. Alegres, postivos, pesimistas, derrotistas incluso.
Pletóricos, fantásticos, esperanzadores.
Trabajosos, trabajados, ociosos incluso.

Siempre me pregunto, un poquito cada día, de una u otra manera si soy como soy por vos, o gracias a vos. A pesar de vos, o a merced de vos.
Vos podrías ser mi mamá, mi papá, mi hermano mayor, mi hermano del medio.
Mis amigos del barrio. O mis compañeros de clase. Del cole, de patines (qué épocas!), de natación (mejores ésas aún!), de la facu.

Mis primeros amores. Mis desencantos.
Mis formales relaciones.

Siempre me pregunto ... casi siempre en la carretera.
A veces un atasco o un frenazo me hacen reaccionar.

Inevitablemente busco en muchos rincones de la vida, llamalos experiencias si querés, mi origen.

Todo condiciona?
Hasta el punto de que algunos sepamos conducir, pisar el acelerador, saltarnos las normas? en muchos ámbitos de la vida.

Y aunque a veces estemos tentados de no salir de la cama un día, o mejor/peor aún de meterla bajo la almohada cuando suena el despertador ... y tener la fuerza y el valor de "salir y al toro", todo eso te lo debo a vos?

Gracias y de nada también. Porque puede que con mis acciones más de una vez hayas tenido que re-definir las preguntas.
O quedarte incluso sin respuestas ...

"El día que seas madre, entenderás muchas cosas".
Pensé que no iba a ser verdad.

Monday, May 22, 2006

Diferencias aplastantes

No es lo mismo vivir que dejar vivir. Definitivamente no.

A lo largo de mi vida varias veces escuché eso tan trillado sobre "el perro del hortelano". El que es famoso porque "no come, ni deja comer".
Otras veces escuché sobre el vivir, el buen vivir, el mal vivir.
Pero nunca antes había escuchado a nadie decir lo que un día, me dijo "alguien". Un profesional de la medicina.
- Sos médico?
- Sí, soy médico. De Urgencias. Pero ya no ejerzo. Desde que vi morir a mi hijo ... Desde entonces no ejerzo, ni tampoco hago muchas cosas. Por resumirlo, ya no vivo ... sino más bien dejo pasar la vida...

A veces me lo cruzo por algún pasillo, y lo miro.
Y no se si lo admiro porque aún está de pie... Pero siempre que le veo, internamente me pregunto cómo late su corazón. Si es que late ... o si acaso en él solamente fluye sangre en sentido ascendente y descendente.

Indefectiblemente, no es fácil trabajar en un hospital.
Acá sí que el contacto con la vida y la muerte es cotidiano. Seas o no facultativo de la medicina.

No se si hay que tener "madera" especial para trabajar en algo así. Y en un lugar así.
Lo que sí se es que es bien diferente a lo que nunca hice antes. Y soy consciente.

No se si la sensibilidad es especial. De todos los que estamos metidos acá.
Sólo se que la gente se expresa en términos de ser o no ser. O, en resumen: de vida y "no vida". (Lo siento, pero aún no consigo familiarizarme con eso de llamarla "muerte").