No se cómo puede contenerse con tan sólo cerrar el puño una parte codiciada del cuerpo de un hijo.
Pero me llena de emoción decir que es posible.
Lo que no atino a adivinar es quién es la presa del alma en esos casos... cuando duerme a mi lado y le cojo suavamente el tobillo o el gemelo, cada vez que me lo pide.
Cuando ya no sepa medir la emoción al apretar sólo un puño, será momento de advertir concientemente que los hijos crecen... y tal vez entonces reconozca que he sido su caza perfecta.
Friday, July 04, 2008
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