Tuesday, February 06, 2007

Selecciones (aunque no las del Reader´s Digest) ...

La piba se apuntó en un taller de escritura. Hace unos meses ya ... y sus mejores y peores críticos han resultado ser sus compañeros de letras, quienes dicen que ... estos son los mejores "trabajitos" de la semana que la piba ha hecho. O sea, "ANyRV".

La verdad es confesable. Estos trabajitos los ha hecho "bien", según dicen, porque se puso las pilas.
Los demás trabajitos, o no los ha hecho o los ha hecho de prisa y corriendo casi de pie en la barra del Café Central, a la vuelta del curso. Y dicho sea de paso, llegando de media 12 minutos tarde cada sábado.

No me arriesgo a decir que "No volverá a repetirse". Para no fallarme... digo ; - )


FIN DE LA PARTIDA (Clase de La sencillez)

Sin neones ni marquesinas desde la terraza un cartel se asoma y sentencia: “Se vende”.
Sin necesidad de pronunciarse, otras dos palabras resumen una difícil pero implacable decisión: Se acabó.

Mil razones personalizadas: las de él, las de ella. Enfrentadas unas, compartidas otras.
Un común acuerdo deja en manos de una inmobiliaria ese inmueble lleno de objetos. Y aquella terraza, plagada de recuerdos.

Se vende la casa. El juego acabó.
Nadie tenía en la manga el as del amor.Sobre la mesa una partida inconclusa deja ver las cartas que ningún jugador mostró: Par de corazones.
Par de corazones rotos.


Clase de las cartas (integrando los 5 sentidos ya que la piba faltó y debía los deberes)

Carta 1:


Toronto, 29 de diciembre de 2006

Querida hermana del alma

Es casi medianoche del último viernes del año. Último fin de semana de un año más que todos estamos ya a punto de despedir. Tú, yo, los lejanos amigos, los cercanos vecinos.
Nuestros hermanos.
Tus hijos. Mis hijos.

Como se suele decir, los tuyos y los míos. Y también los nuestros. Cada cual en sus coordenadas, intentando buscar su propio lugar en el mundo. Ley de vida, que le dicen.

No se por qué extraña razón, en estos últimos días todos nos encontramos vulnerables y ante la imperiosa necesidad de hacer balance del año que se escurre entre los dedos.

Intuyo que en tu vida, como en la mía, habrá habido sin duda momentos “más” y momentos “menos”.

Habrás tenido instantes, supongo, para desenfundar el polvo del mejor objetivo de tus viejas lentes fotográficas intentando capturarlos para siempre. Momentos grandiosos para usar frases de cuento del estilo de “qué ojos más grandes tienes” ... y procurar no sólo verlos, sino hasta poder recordarlos mejor.

Caperucita roja, te acuerdas, Sofía? Tu cuento favorito...
Si cierro los ojos inevitablemente te recuerdo pidiéndome que te lo contara una y otra vez. Una y otra vez.
No te cansabas de oírlo. Ni yo de repetirlo.

Se adueñan de mí otros recuerdos... Tus manos pequeñas y suaves agarrando las mías para impedir que al acabar el cuento, y aunque estuvieras dormida, me fuera de tu habitación abandonándote a la suerte de los sueños.

Era un cotidiano rito nocturno. Y como todos los ritos había que ejecutarlo, de cabo a rabo.
Me encantaba besarte y dicho sea de paso, olerte. Olías ... ¿cómo decirlo? A hermana menor, una mezcla de ilusiones por crecer para hacerte grande y colonia de niña pequeña.
Y a esas horas, tal como dictan las buenas costumbres en las mejores, y en las peores familias, tu boca y la mía sabían a Signal.

Tuvimos una infancia feliz. Nos enseñaron a querer, nos motivaron para sonreír. ¿Será que acaso a nuestra familia la patrocinaba esa famosa marca de dentífrico?

Sofi, no puedo recibir al nuevo año, a ése que ya nos mira de reojo en los almanaques y las nuevas agendas, sin escribirte antes estas líneas.
¿Será que las chicas somos así? Los varones de la casa prefieren descolgar el teléfono. Nosotras, en cambio, aprendimos a dejar nuestro cariño por escrito.
Como decía papá, “los ritos se han hecho para ser cumplidos”. Inevitablemente cada año.
No se te vaya a olvidar ... el christmas, digo.

Te quiero.
Te echo mucho de menos.
Espero con ansias tus buenos deseos.

Un besote, Caro
¿Confirma que desea enviar?


Carta 2, que no respuesta
Málaga, 29 de diciembre de 2006

Mi añorada hermana


Es precioso. Es mágico. Estaba a punto de sentarme al ordenador para enviarte mi Christmas, y he visto en mi casilla de entrada que ya ha llegado el tuyo. ¡Qué ilusión!

Dejo a un lado recoger la cena, vaciar la bañera o recoger los juguetes, y me decido a escribirte el Christmas. Sin leer el tuyo, aunque me pica la curiosidad.

Se me ha hecho tarde este año. Tal vez te haya extrañado un poco. ¡Esta vez me has ganado! Como siempre ha sido, las responsabilidades de hermana mayor se han demostrado una vez más. Entre ellas, la de los ritos. Gracias por recordarme que tú tampoco los olvidas.

No intento justificarme, sólo quiero contarte que me he entretenido estos días de vacaciones con los niños y no he parado ni un momento. Tampoco me he detenido frente al ordenador. He escrito poco, y he leído aún menos, pero me he divertido.
He intentado dejarme llevar un poco por las sensaciones. Y he recordado sin querer nuestra infancia.
Los cuentos de pequeñas, la magia de nuestros ritos familiares. Y aquí me tienes, deseándote lo mejor que puedas y quieras para un año nuevo que estamos a punto de empezar; como un cuaderno con 365 páginas en blanco para estrenar.

Por cierto, antes te decía que estos días he recordado nuestra infancia. Antes de venir al cuarto del ordenador hacía zapping y me topé con un programa de televisión donde la gente votaba las mejores películas de Disney.
Aún no ha finalizado la emisión, pero de momento “Caperucita Roja” brilla por su ausencia.
Una de dos: o resulta entre las pelis más votadas o acaso los votantes no tenían una hermana que les contara ese cuento con toda la ternura y la dedicación que lo hacías tú.
En mi próxima carta te lo cuento. Prometido.

Carolina, te tengo que dejar. Tengo algo impostergable por hacer: leer el Christmas de mi hermana mayor.

Te quiero, Sofi.

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