Friday, March 21, 2008

Tan tan tan

12 exactas veces ...

Una se empeña en comprarle los juguetes más caros, o los más bonitos del mundo. Pero los hijos se enganchan y se enamoran de las cosas más sencillas. Pero las más encantadoras.

Un día paseando por Gesell, en la costa atlántica argentinita, se me ocurre decirle que por qué no jugamos a la Cenicienta mientras la invito a que suba una escalera alta, alta, alta, larga, larga, larga de una casa enorme.

Y ella lo hace. Y es feliz.

Y yo le digo - tan, tan, tan ... 12 exactas veces.
Y ella sube hasta el final, arriba de todo, y juega a que baila con el Príncipe y se lo cree. Y se mete en el papel y es feliz.

Y baja, baja cada escalón al son de cada uno de mis "tan". Y sí, son 12 exactos tan. Porque las campanadas son 12, viste?

Y ella baja, y pierde el zapatito. Y yo me lo creo porque la veo. Le veo la mirada de felicidad. Y me lo creo, y lo siento: Ella es feliz. Y yo, también.

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