Alguien decía - o escribía - el otro día que ser valiente es a veces levantar diez centímetros del suelo a las personas a las que queremos para decirles algunas cosas.
Yo lo hago a menudo. A mi hija, la del alma, la levanto en volandas algunas noches y mientras la subo la escalera le repito sin cansarme: te quiero, te quiero, te quiero. Una vez por cada peldaño.
A veces siento a los recuerdos como una manta tan pesada como invisible. Por más que lo intento, hace años que no recuerdo esos bises que me susurren a mí tantos te quiero.
Ventajas de tener una hija tan querida.
Elegir las noches para hacer eco de un sentimiento tan noble.
Las escaleras suelen ser rincones perfectos ...
Thursday, July 17, 2008
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