Sunday, July 20, 2008

Sin desayuno ni diamantes

A veces me busco intentando mirar hacia dentro. Porque no logro establecer relaciones hacia fuera. Entonces escribir es el bálsamo perfecto. La tinta fresca que llega como la caricia a tiempo. Es el café recién hecho, un guiño de ojos y el beso de buenos días que sabe a ternura. El abrazo que rodea tomando la curva exacta para que no deje de pillar ni un ápice de tu cuerpo necesitado.

Saber que estás del otro lado reconforta.
Te lo agradezco porque escribir es como el aire que respiro. Y saber que me lees el calor del sol en la cara. Suave y efectivo, en primavera.

Con el tiempo he de reconocer que soy chica de máquina vending, de comida comprada hecha y recalentada. Y que aunque recién ahora me esté aprendiendo, a modo de juego, la clasificación de los alimentos, seguiré huyendo del mercado de barrio.

Tengo lectores, y ellos ideas. Pero no necesito ni una cafetera plástica para microondas para ganarle la carrera al tiempo, ni tampoco ponerme el despertador para disfrutar de un desayuno en casa con tostadas y cigarrillo como postre. (Tal vez sea porque no fumo...pero se con certeza que no sería capaz de lo uno ni de lo otro).

Soy chica OpenCor para last-minute en domingo (leche, pañales) y de paso para regalos de punta de góndola en caja. Detalles para todo el mundo.
Y se que hay gente que me quiere a pesar de eso. Y... de otras cosas.
Porque me quieren por... otras cosas.
E intuyo que habrá más personas que me querrán.
En lo que a mí respecta querré sin pedir que me pongan el café por las mañanas, ni me dejen encendidas las luces para esperarme cuando salga y llegue tarde; aunque me encanten esos detalles.

Esas cosas y otras muchas más las tengo de las manos de mi madre. Y las agradezco. Mi madre, aun a la distancia y a veces con el teléfono descompuesto, nunca es "unplugged".

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