Wednesday, June 11, 2008

Unos pocos días, unas cuantas cosas.

En estos últimos días ha habido de todo un poco.
Poco sueño, mucha fiebre, mucho contacto humano dentro de cuatro paredes y un techo.
Sin necesidad de relojes el tiempo se medía de forma diferente. Pero donde más se sentía la evolución del tiempo y sus efectos era mirando directo a unas pupilas. Unos días muy apagadas, otros un poco más luminosas. Sin hablar, pedían. Callando, decían.

Estos días me han dado algunas cosas: contacto humano, pérdida de la noción del tiempo, improvisación de peluquería, ensayo de papiroflexia, nociones de artes plásticas, clases de lecto-escritura por odenador, tiempo de desahogo en el blog y hasta me han hecho abuela, jugando con un muñeco que estaba “malito” en el hospital. Y yo, actuando como “buena abuela” según me han dicho lo iba a visitar. Mi hija que era su madre – porque en estos días todo se me explicaba: desde “Me duele la barriguita”, Mamá te quiero mucho, Mamá no te preocupes, Mamá tengo frío, Mamá tengo calor” me pedía que le contara cuentos. Unas pocas veces que le entonara una canción un poco gastada.

Siendo madre, en jerga argentina, estos días “me han tenido de hija”: me han hecho recortar miles de vestidos, foulards, bolsos, coronas, pelucas con rizos y sin ellos, zapatitos varios hasta de cristal. Todo proveniente de una revista de “Recortables” para niñas, un regalo de un compañero de mi trabajo para mi “retoño”. Pero la Cenicienta no se ha querido poner ninguno, ni el más sencillo ni el más pomposo.
- Mamá los has recortado muy bien pero sabes? La Cenicienta está malita y tiene que estar desnudita para cuando venga la doctoras así que mejor no se va a poner ninguno.

Claro! Lógica tiene, pero … ¿cómo no se me ocurrió? Antes de empezar a recortarlos, digo…

1 comment:

Anonymous said...

Entre las cosas que me robaron los albañiles, ninguna me importa: ni el dinero, ni la cámara, ni los discos, ni el sillón.
Pero se llevaron las muñequitas de infancia que yo reservaba a mi hija futura.
Lo sentí cmo una mutilación.
Así que ahora, a disfrutar de las muñecas de goma y la de mejillas rosadas y tibias, tu tesoro, que ya está en casa.
A descansar y escribir, escritora: la pesadilla paso. Enhorabuena.