Tuesday, November 29, 2005

Generaciones de chocolate

He hablado de mi hija, está claro. Mi descendencia. El “hacia dónde voy casi sin querer, en la vida; hacia dónde se extienden mis vicios, mis caprichos. Con suerte también mis virtudes, contenidas en una persona de carne y hueso. Y alma”.

No he hablado de mi madre. El “desde dónde vengo”. Con algunas de mis virtudes, algún vicio, algún capricho. Alguna palabra del lenguaje de otra época como por ejemplo “refucilo” en vez de “relámpago”.

Hoy hablaré de ella. Para enlazar con el color marrón y beige, por ejemplo. La franja bicolor favorita de la moda de las españolas en temporada otoño-invierno.

Resulta que hace años mi mamá - sí, acá se dice madre pero en Argentina se dice mamá, aunque uno tenga ya varios años, y la progenitora por ley de vida unos cuantos más que una, está claro - no se por qué se había aficionado al marrón y al beige. Cuando iba a comprarse ropa, para usar colores sobrios y discretos, y elegantes - porque mi madre tiene el arte de ser elegante con cuatro trapitos encima; no se cómo pero siempre lo consigue - se compraba esas tonalidades.
Un día, recuerdo, uno de mis hermanos le dijo que a ella la tendrían que haber bautizado con otro nombre: “Marrón y Beige”.

En el escenario descrito, mi madre estaría en Madrid totalmente fashionable.

Digo yo: ¿No hay otros colores para anunciar que el verano quedó atrás junto a los veleros que se quedan amarrados en algún puerto?. ¿Por qué hay que esperar hasta que vuelva el buen tiempo para volver a ver algunos destellos del arco iris deambulando en personas, otra vez, de carne y hueso? (Como mi hija y mi madre, o yo misma, camuflada de incógnito, entre las ciudadanas españolas).

Será fashion?
O contagioso?

¿Será que para estar “in” en el sistema llamado otoño - invierno en Madrid, hay que lucir por ejemplo un vestido de lana color chocolate tipo jersey, de cuello vuelto sí señor (otra afición de por acá), largo hasta las rodillas, medias can-can marrones con rombos, botas altas color suela, bolso a juego? Y para rematar ir maquillada de tonalidades bronce, cobre y sol de Estee Lauder. Todo en los pantone de la misma gama.

Digamos que síndrome de Estocolmo no podemos llamarlo. Porque vivo en Madrid pero acabo de describirles, ahora mismo, cómo estoy vestida hoy.

Destacable excepción: hoy no llevo pana (corderoy para los del Nuevo Mundo). Se me olvidaba decirles que es la tela fashion del otoño - invierno de estas latitudes, desde hacia varias temporadas ya.

¿No creen, señores diseñadores, que es hora de cambiar? En la variedad está el gusto … y el precio también, claro.

4 comments:

Juanma said...

Con todo el cariño te lo digo... a veces tendemos a interpretar las cosas que ocurren a nuestro alrededor como verdades generales.. a mi me ha pasado después de ir a un país volver diciendo "es que los tucos son tan..." "todos los alemanes hacen..."
Supongo que tu llevas un tiempo largo viviendo en España y no es el caso pero...
Quiero contarte que jamás he oido a mi madre llamar "madre" a mi abuela....
La verdad es que casi todo el mundo que conozco se refiere a su madre como mamá...

alderechoyrevessiempreyo said...

buenisimo Vincenzo!

Gracias por aclarar

A mí me gusta mucho más "mamá". Aunque te lleves mal un día, o dos, o tres ; - ) pero no deja de ser más cariñoso y cercano que "madre"
Mi hija a veces me dice "mamita" y ... puf! cómo explicarte lo que se siente ...

Martin T. said...

he,,,, cosa!

no eso ya fue.. si no sos una hippie todo el anio... eso "moreu" en los earlies seventies...

asi que esta pregunta (post) queda al margen...

otra cosa... conozco unas cuantas que aman ser llamadas mamitas,,,

ps... hay que buena esta la fiesta peralta!!!!!!!!!!!!

alderechoyrevessiempreyo said...

probablemente no soy esa clase de chicas a las que le gusta que cualquiera las llame mamitas, cora"S"ón. Bye,