Wednesday, May 28, 2008

Operaciones aritméticas

Echo de menos ... los piropos de los hombres argentinos a la vuelta de una esquina cualquiera de mis tantos añorados barrios porteños.

No se porqué pero a veces tengo la extraña sensación de que me he quedado enganchada a algunas esquinas de Buenos Aires. Y que por eso no me termino de situar en las calles de Madrid, Málaga, Marbella o donde toque ...
Enganchada a los kioscos de golosinas donde se compra desde tabaco a "de todo un poco"; por ejemplo al de Callao y Santa Fe, donde a alguien muy cercano mío tenían siempre la gentileza de devolverle el Marlboro Box (cajita roja y blanca) que casi todos los días se olvidaba; a la leyenda en la pared de "Un mejor mañana comienza todos los días" publicitado por una famosa - e inexistente ya - AFJP al cruzar por el paso de peatones mirando para arriba esa misma esquina citada y de citas de cine, cafés o tiendas con amigas; a la esquina de Bustamante y Beruti donde compraba todo tipo de chucherías, pegatinas ... y otras amenidades variadas, tantas que ya ni las recuerdo.

Definitivamente hay coordenadas en las que aunque pasan los días no me encuentro ... aunque no sabría precisar si acaso me busco. Porque me doy por perdida.

Yo creo que me quedé enganchada en esas esquinas, y me resisto a desprenderme de ellas. A los bocinazos (léase pitidos de claxon), a los semáforos de los que misteriosamente he aprendido a golpe de acelerador medir el timing exacto de la luz verde, en cada coche de alquiler de cadas repetidas ... pero nunca cansadas vacaciones.

Para otros se que estoy enganchada directamente a su corazón, en línea recta cruzado el océano. Al corazón de mi madre, al de mi ahijada, al de algunos amigos "exiliados" alrededor del mundo. Tan exiliados y amorriñados como yo misma.

¿Qué más da donde estés físicamente? Si conforme pasan los años uno se va dando cuenta que en realidad estamos proyectados en las pupilas de unas cuantas miradas que nos reflejan quiénes somos, y a las que echamos de menos no importa dónde estemos. Y cómo duele ... ¡cómo duele! algunos días.
Hay días como hoy en los que, de golpe y porrazo en un abrir y cerrar de ojos, 14,000 kilómetros se multiplican por 2, 3, y exponencialmente se convierten en un "ocho acostado"; tal vez porque es precisamente ese infinito el que hace que tus seres queridos - tan queridos como lejanos - se estén levantando cuando tú haces la digestión, o estén en el gimnasio cuando tú ya estás en el duermevela. ¿Qué más da si los medimos en diferencias de horas o estaciones si la distancia se mide de otras formas más "crueles" cuando más los necesitas?.

Siempre he pensado que tenemos días "más" y días "menos"; pero ser conscientes de que en la ecuación esos seres mágicos como las hadas están restados de tus días hace que las matemáticas sólo multipliquen decepciones en los días que querrías sumarlos a tu "acá y ahora". (Porque hay días como hoy que no sabes siquiera al mirarte al espejo por qué los necesitas, pero eres sencillamente consciente de que no los tienes).

Te miras y proyectas un mensaje: "No busques, deja que algunos reflejos te encuentren a la vuelta de la esquina que menos te esperes".

Me encantan los ingleses. Me hubiera encantado nacer en un país de habla inglesa aunque supongo que entonces no tendría el encanto de poder parecerme a Natalia Verbeke ni a Marisa Mondino.
Los anglosajones dicen "round the corner". Creo que es ahí donde nos esperan las sorpresas de la vida. Supongo que será cuestión de esperar ... para poder multiplicar sensaciones.

2 comments:

mofin said...

yo una vez volví una esquina y como calculé mal me rompí la nariz...así que no pude ver lo que me esperaba a la vuelta

Anonymous said...

tu prima me llama personaje; creo que los que me rodean a golpe de esquinas me convierten en eso. Pero sabés qué Mofin? No quiero que caiga nunca el telón.