Tuesday, October 21, 2008

Treinta y siete grados centígrados, dicen ...

ni uno más, ni uno menos. La temperatura de la tripa de mamá, de todas las mamás del mundo.

Es lo que necesito esta noche. Un baño de inmersión en la bañera y que el mejor termómetro del mundo me garantice que estaré a treinta y siete grados, protegida de la vida, preservada...
Treinta y siete grados exactos. Y sentirme en una burbuja, la bañera, como el mejor protector del mundo, como el más perfecto de los métodos preservativos. Como una probeta misma.


Necesito sentirme preservada, reservada, garantizada por la vida . Desde la punta de los pies a la cabeza. Como en la tripa de mamá. Como la mamá que fui una vez, y le di la tripa entera a mi hija. La primogénita, la única, la mejor... la mía. En un 50%de su existencia.
Aunque en realidad ella no me pertenece, ni le pertenece a nadie más que a ella misma.

Buenas noches, mi vida. Buenas noches mi amor.
Esta noche te miro y te nombro bajito, y tu nombre me suena a milagro más que a esperanza, tu significado. ¿Y el de la vida misma?

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