El taller de escritura que hice hace dos años se llamaba "Taller Paréntesis".
No lo recordaba hasta las noticias del profesor, su llamada del domingo por la tarde-noche.
Pero aún atesoro los sábados por las mañanas, café con leche con tres churros y terminar los deberes justo antes de ir, a la vuelta, del Café Central, un clásico.
Y que feliz te sientes con algo tan simple o sencillo como que la idea no salga, te atasques, borres, busques otro sinónimo en el diccionario ... y que el camarero te mire y sepa que "la chica de cada sábado está más o menos inspirada, eso es variable, pero la constante es lo que siempre pide, quiere, consume y paga. Y es de las que deja propinas".
La chica que a las once y dos u once y tres o algunos sábados entre borrones de último momento aún más tarde - porque no es puntual - se va corriendo y dice "Hasta el sábado" y se lleva por delante alguna silla o se le cae algo porque es un poco patosa. Y se sabe que el curso empieza a las once en punto. Lo sabe ella, el camarero, el profesor, los compañeros ... pero ella es un remolino; y así es ella.
Pues el sábado que viene a "la chica de los sábados del Taller Paréntesis y a la del Café Central" le entregarán su primer libro junto al de sus compañeros.(www.tallerparentesis.com)
Y la chica dice para sí: "plantar un árbol, tener una hija, escribir un libro". Nada más, V.?
La chica ya ha hecho todo eso pero ella sabe desde su "Fuego interior" (*) que eso no es todo en la vida, porque si no se sentiría incompleta.
Falta más, mucho más. Ella sabe que habrá más en su vida.
(*) N del A:
"Fuego interior" es el nombre del libro colectivo con los relatos de todos. Juntos que no revueltos.
Wednesday, November 12, 2008
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